miércoles, 8 de mayo de 2013
Frankenstein Clonado, Por: Juan Pablo Hernández Flores, 2002
FRANKENSTEIN CLONADO
Por. M.Sc. Ing. Juan Pablo Hernández Flores
La primera imagen que viene en mente ante la palabra Frankenstein es por supuesto, la de un gigantesco monstruo: sus contornos grotescos desde todo punto de vista, su pile arrugada y marchita, de tono verdoso debido a su previa descomposición orgánica. Con dos protuberancias metálicas que probablemente cruzan su cuello de lado a lado, avanza pesadamente cargando la pena de su propio horror.
El libro con el mismo título, Frankenstein, obra maestra de la literatura universal del enero del terror fue concebido por una mujer notable, Mary W. de Shelley, escritora del siglo 17. En una sola noche imagino la trama de su libro, el cual ha sido llevado a la pantalla del cine muchas veces.
En la obra, se detalla la vida del Dr. Víctor Franskenstein, un genio demente, cuya obsesión y arrebato por vencer a la muerte misma a través de la ciencia lo ha llevado a ensamblar y dar vida al más horrendo y temible monstruoso ser jamás imaginado por la mente humana. Por siglos, muchos lectores se han hecho la pregunta de trasfondo: “¿Qué fue lo que motivo a una persona tan talentosa como Frankenstein a concebir un ser tan espantoso?”
En un pasaje del libro encontramos la respuesta: “Cual no sería, en cambio, mi gloria si alcanzo a eliminar las enfermedades de la humanidad y ha hacer al hombre invulnerable a la muerte violenta!”. Un fin noble según muchos académicos. Sin duda, Nicolai Machiavelli avalaría la tesis de Franskenstein en el libro va más allá de su resistencia física, tal como lo indica el siguiente párrafo del peligro: “Tras días y noches de trabajo y fatigas indecibles, conseguir descubrir la causa de la generación y de la vida. Más aún, llegué a ser capaz de dar vía a la materia inerte.” Continua el brillante doctor con sus investigaciones y luego, reflexiona diciendo: “Cuando me vi dueño de un poder tan sorprendente, estuve mucho tiempo vacilando sobre el empleo que habría de darle”. Vacilante aún, Frankenstein se detiene a contemplar su obra antes de sobrepasar el umbral de los dominios división de a creación y confiesa:
“Dice al principio entre intentar la creación de un ser como yo o uno de organismo más simple, pero mi imaginación estaba demasiado excitada por mi primer triunfo para permitirme duda de mi capacidad de dar vida a animal tan complejo y maravilloso como el hombre.”
Finalmente, al ver coronado sus exitoso y ser palpables al dar “vida” a la materia inerte, refuta de la siguiente manera: “La vida y la muerte me parecían objetivos ideales a los que llegaría yo el primero para derramar un torrente de luz sobre nuestro obscuro mundo. Una nueva especie me adoraría como su creador, muchas personas felices y buenas me deberían el ser, ningún padre podría reclamar la gratitud de sus hijos como yo la de ellos”. Sin embargo, como muchos saben ya, el proyecto de Frankenstein fracasa y su creación se sale fuera de control.
Es el doctor traicionado por su propia mortalidad y finalmente recapacita diciendo: “fue aquel un gran esfuerzo de mi espíritu del bien, pero resulto inútil. El destino era demasiado poderoso y sus leyes inmutables habían dispuesto mi total destrucción.”
El relato es obscuro en relación a su contenido. Sin embargo, con la tecnología al alcance del ser humano en este siglo, no se descarga que lo que era un cuenteo de terror del siglo 17 se convierta en un horrendo axioma en el Siglo 21.
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